LOS JUEVES UN RELATO: HABLEMOS DE CUARESMA
Se ha iniciado la
Cuaresma. Nada especial ha significado para mi, en estos tiempos de seguir
organizando paseos para los feriados,
aturdida por necesidades materiales, atrapada
amorosamente en redes sociales, revisando propuestas de actividades
recreativas, trabajando, trabajando mucho y no solo por aquello de que el trabajo es salud, sino porque también es necesidad y bendición.
Hasta hoy, no he
pensado en el significado que supieron tener en un tiempo estos días, que
comienzan con la señal de la cruz marcada con cenizas en la frente, recordando que de ellas venimos y hacia ellas vamos.
Pero si algo queda, de lo que fue la semilla con que fui sembrada, me
refugiaré en una soledad leve, suave, delicada, esa que me ayude a
desenmascarar mi alma, a desvestirla como se hace con los altares en tiempos de
ayuno y abstinencia, emulando la lividez cadavérica, que ya nada oculta ni
disimula, quitando capa tras capa, hasta llegar a esa profundidad donde Dios,
el alma, o la verdad, aparecen como señales difusas, cual si del fondo de un
estanque se tratase.
Me comprometo a
privarme, de recurrir a la maldad, si en
ello encontrase recompensa alguna para mi frustración, de pensamientos
mezquinos cuando me acorrale el fracaso, y de engolosinarme con mi ego,
cuando acaso algún frugal triunfo, me sea atribuido. Trataré de andar descalza y sin defensas, con humildad
y respeto por el prójimo. Y si acaso no cumpliese con ninguno de esos propósitos, al menos habrá servido para vivir un tiempo de recogimiento y discreta sanación, un tiempo que me acerque a la levedad de ser y no ser.
No llegaré a la Tierra Prometida, pero tal vez sí, al tiempo de la infancia, cuando mis padres me enseñaban
a buscar en las estrellas, al niño Jesús, y triunfante el espíritu entonaba ¡aleluyas!
¡Qué bonito! Con estas palabras tiene usted bula ganada...y seguiremos buscando en las estrellas.
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Aún no llegando a la Tierra prometida seguro que encontrarás la felicidad en el trayecto .
ResponderEliminarUn abrazo.
Por mí, entras en el cielo.
ResponderEliminarUn beso.
Una preciosa manera de intentar encarar la introspección, evocando la inocencia y pureza de aquellos días en que toda semilla buena caia para brotar en la tierra fertil de nuestra alma niña. Me han sorprendido gratamente algunas coincidencias puntuales entre nuestros dos relatos, más allá del sentido general en el que también concuerdan. Beso grande 😁
ResponderEliminarEstupendo canto, Vivian. Ser conscientes de nuestras contradicciones y miserias es el primer paso para domarlas. Intentar ser bueno debe ser nuestro motor en la vida, aceptar que no siempre se consigue es la manera para tener la conciencia tranquila. Caramba, qué zen me salió el comentario. Un abrazo!!
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo Vivian, un tiempo de recogimiento, de pensar lo etéreos que somos y lo poco que nos preocupamos por este mundo enfermo. De eso sirve la cuaresma.
ResponderEliminarMuy bien expresado.
Un abrazo
Querida Vivian: Yo diria de tu post que es un buén examen de conciencia, y un excelente próposito de enmienda .Buen texto y mejor confesión. Besos grandes y abundantes.
ResponderEliminarTriste pero bonito.
ResponderEliminarBeso alegre.
Acto ce contricción, propósito de enmienda al más puro estilo, como ya no se hace...
ResponderEliminarGracias por tu reflexión. Un abrazo
Pues en la forma que propones tu cuaresma no me parece tan mal: recogimiento en uno mismo, purificarse... no se pero le encuentro una belleza sublime. Besos.
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